New Statesman, June 18, 2024.
The country is divided between east and west once more.
Like in the rest of Europe, the European Parliamentary elections in Germany took place against the backdrop of a decade-long decline of confidence in governments and political parties. Growing sections of European societies experience life in the throngs of rapid and unpredictable change, driven by intersecting crises including economic stagnation, rising public debt, increasing inflation, growing inequality, precarious work and employment, a shortage of housing, environmental deterioration, and a decaying public infrastructure, such as transportation, public health, primary education, social security and care for the elderly. This has created a widespread sense of uncertainty and anxiety about the future, and a declining respect for politics as usual, which is considered to be unable to protect the lives of ordinary citizens from ever more threatening individual and collective risks. Not an easy time for governments and the parties that run them. (…)
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Versión española:
Crisis en el extremo centro alemán
El Salto, 27 de junio 2024.
Los votantes que hace cinco años podrían haber confiado en que era posible un modelo de «resolución de problemas» de corte despolitizado, como el practicado por la Unión Europea, han llegado a la conclusión de que esta no ha superado la prueba.
Como en el resto de Europa, las elecciones al Parlamento Europeo en Alemania se celebraron en el actual contexto del declive inexorable de la confianza en los gobiernos y los partidos políticos verificado durante la última década. Sectores cada vez mayores de las sociedades europeas viven su vida cotidiana en medio de innumerables cambios rápidos e impredecibles, impulsados por crisis recíprocamente articuladas entre las que se cuentan el estancamiento económico, el aumento de la deuda pública, el incremento de la inflación, el aumento de la desigualdad, el trabajo y el empleo precarios, la escasez de vivienda, el deterioro del medio ambiente y el abandono de las infraestructuras públicas con efectos devastadores en el transporte, la sanidad pública, la educación primaria, la seguridad social y la atención a las personas mayores. Todo ello ha creado una sensación generalizada de incertidumbre y ansiedad ante el futuro y ha propiciado un respeto cada vez menor por la política tradicional tal y como se ha practicado durante las últimas décadas, que se considera incapaz de proteger la vida de los ciudadanos de a pie frente a la actual caterva de riesgos individuales y colectivos realmente existentes, cuyo cariz es cada vez más amenazador. No son tiempos fáciles para los gobiernos ni para los partidos que los dirigen. (…)
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